La
clase transcurrió lenta. Aburrida. Los temas de historia no me resultaban muy
animados y me producían una grave somnolencia. Permanecía medio-atenta a las
explicaciones del profesor, hasta que dijo algo que llamó mi atención.
-
Bien,
como trabajo con nota, tendréis que hacer un trabajo escrito de algún lugar con
historia de la ciudad. El trabajo tendréis que hacerlo en parejas y deberán ir
incluidas imágenes que muestren los ámbitos y temas de los que estáis
hablando.- el profesor, acto seguido fue paseándose por las filas formando las
parejas para el susodicho trabajo. Cuando llegó a mi altura, se paró delante de
mí.- Bien usted, señorita Collins, irá con el señor Rembrance. Considero que
ustedes dos se entenderán bien.
Me
quedé pensativa un momento. No sabía los apellidos, ni siquiera los nombres, de
las personas de mi clase. ¿Quién era ese tal Rembrance?
-
Bueno.
Pues parece que nos ha tocado a los dos juntos.- Nathaniel me dio un golpecito
en el hombro para llamar mi atención- Me alegro de que me haya tocado contigo
en ved de con otra persona.
Por
alguna razón esas palabras me sonrojaron.
-
Lo
mismo digo…- me quedé mirándole a sus ojos oscuros y luego me di la vuelta rápidamente. El
profesor había proseguido con la clase-.
La
mañana a partir de ese momento
transcurrió más ágilmente, pero sin ningún hecho que merezca la pena
resaltar más de lo debido. De camino a casa iba escuchando música, como de
costumbre, cuando de repente noté que algo me tiraba del brazo. Por alguna
razón, antes de girarme, ya sabía quién era el que me había parado en seco en
medio de la calle.
-
No
te acerques a él Raven…- era Rían, que me miraba fijamente a los ojos-.
-
¿Pero
qué estás diciendo?- me quité los cascos rápidamente-.
-
No
te acerques a Nathaniel. Hazme caso, aléjate de él-.
-
Pero
bueno, tú no eres quién para decirme con quien tengo que hablar ni con quien
debo juntarme. A demás no sé de qué estás
hablando.
-
Esto
no es una broma Raven. Aléjate de él.-acto seguido el rubio me soltó el brazo y
ando deprisa calle abajo-.
(Pero
qué narices le pasa a ese… Volví a retomar mi camino hacia mi casa. No podía quitarme de la cabeza sus extrañas
palabras. ¿A qué se referirá con eso?.... En cualquier caso da igual. No puedo
alejarme de él cuando nos ha tocado hacer un trabajo juntos. Ahora que pienso mejor en ello, esa podía ser una gran excusa
para meterme en la casa de Nathaniel. Es una casa extraña y me hubiera gustado
verla por dentro nada más llegar al pueblo.) De camino a casa, lo que duró ese
trayecto, pasé el tiempo pensando cómo sería la mansión. Una casa tan antigua
no podía albergar nada más que secretos ocultos dignos de cualquier
historiador. Esa idea me resultaba tanto más que llamativa y tentadora….
Al
llegar a la esquina me acerqué un poco a la casa que los Señores Rembrance, los
padres de Nathaniel, habían heredado recientemente. Me disponía a acercarme un
poco más para apreciar los detalles mejor cuando un gran coche negro pasó por
mi lado y se paró en la puerta de la mansión. Era Nathaniel que, justamente,
había llegado. Para mi suerte, no se enteró de mi presencia. No me agradaba la
idea de que pensara que era una acosadora que merodeaba a cada instante por su
casa y que iba persiguiéndole a donde quiera que vaya, pese a que ya era tarde
porque ya daba esa sensación. Fuese donde fuese siempre aparecía el de
improvisto. No me apetecía que esa idea se agravara y me fui corriendo en
cuanto estuve lo suficientemente segura de que nadie me veía. Llegué a mi casa
y Max ya estaba allí. Nuevamente la madre de su nuevo amigo le había traído a
casa en coche.
-
Holaaaaaaaa…Ya
llegué- solté como si fuse un alarido y dejé caer la mochila en el suelo. Mi
madre salió de la cocina y me llamó para que fuese a darle un beso y para que
pusiera la mesa-.
-
¿Qué
tal el día?- me dijo con su tono afable mientras freía algo- ¿algo nuevo, o ha
sido un ‘’muermo infernal’’ como tú dices? –se rió pícaramente- pásame el plato
de tu padre anda.
-
Ahhh…
que bien me conoces, pero no. Esta vez no. Ha sido un día entretenido. Me he
dedicado a indagar por el instituto…-le pasé el plato- es muy grande. ¡Ah!, una
cosa, tengo que hacer un trabajo para historia. El profesor nos lo ha mandado
hacer por parejas, a mi me ha tocado con Nathaniel Rembrance…
-
Oh,
un chico, ¿y es guapo?- dijo ella apartando la mirada de la sartén y posándola
en mí-.
-
¡MAMÁ!-
la miré molesta-.
-
Vale,
vale…solo era una broma. ¿Entonces quien es ese chico?- me quedé pensativa un
momento. Nathaniel era un poco ‘’peculiar’’, y temía que mi madre lo tachara
por vivir en la mansión-.
-
Pues
es…- le di otro plato- Es el hijo de los Señores Rembrance… vive en la mansión de
la calle de al lado..- me quedé mirando al suelo mientras hablaba. No levanté
la vista de mis botas pero aun así sabía que mi madre me estaba mirando-.
-
Oh,
¿y es majo?- devolvió la vista a la sartén chisporroteante de aceite-.
-
Si,
si lo es. Es buena persona… El trabajo es sobre la historia de algún monumento
de la ciudad- entonces, los genes comunes entre mi madre y míos salieron a
relucir por primera vez en mucho tiempo-.
-
Perfecto.
Así podríais hacerlo sobre su casa. Es una mansión antigua y seguro que tiene
mucha historia…- me quedé mirándola y me guiñó un ojo. Me sonrojé un poco sin
saberlo… En esos momentos se notaba a la
legua que éramos madre e hija…Le sonreí con cierta timidez-.
-
Si…
Sonó
el timbre justo en ese mismo instante. Fue todo un alivio porque estaba apunto
de comenzarse un silencio incomodo entre ambas y no me apetecía para nada,
asique fui a abrir corriendo la puerta como alma que lleva el diablo. Al otro
lado del incesante sonido agudo del timbre encontré a mi padre, el cual, estaba
alegre. Mi padre era de esas personas que son poco mas opacas que un cristal traslucido y transparente. Me
alegró mucho verle de tan buen humor. Había pasado relativamente poco tiempo
desde la mudanza y ya parecía un hombre nuevo. La idea me hizo gracia, porque
de alguna manera una cambio de aires de esas características nos vino estupendamente
a toda la familia. Digo a toda la familia porque mis padres fueron hijos únicos,
por lo que no tengo tíos ni tías, y mucho menos primos. Y en cuanto mis abuelos…
bueno, los padres de mi madre murieron en un accidente de coche antes de que yo
naciera, al igual que mi abuelo por parte de padre. Mi abuela murió cuando yo
era pequeña. Por suerte tengo fotos y aun la echo mucho de menos, pero ya ha
pasado tiempo…aunque al principio me costó asumir su muerte.
Mi
hermano bajó corriendo las escaleras a darle un beso a mi padre y, tras saludar
a todos, nos sentamos a comer. Como siempre todos contaron cómo fue su día o más
bien su mañana. Yo, en cambio, preferí ahorrarme el detalle del trabajo. Por
posibles repercusiones de mi padre. Nada más terminar de comer subía mi cuarto,
en principio con la idea de hacer los deberes del instituto, pero al abrir la
puerta, Jack, me espetaba sentado en el suelo muy erguido mirándome fijamente.
Era un gato al que trataba como a una persona y me agaché para disculparme por
no haberle saludado nada más llegar a casa. Acaricié las orejas del felino y
este se tumbo en el suelo dando a entender que quería que le rascase la barriga
como indemnización. Una vez cobrada su recompensa subió de un salto a mi cama
donde se acomodó. Me maulló y fui a tumbarme con el un rato. Ambos disfrutábamos
extremadamente la compañía del otro, ya que él siempre fue mi mejor amigo. Estando
tumbada en la cama me acordé de que había subido en principio para hacer la
tarea… pero pensándolo mejor, al día siguiente las clases no eran muy duras. La
única más fuerte era educación física así que, haciendo caso de mi sentido
gatuno y sin duda a las exigencias de mi compañero de cama, opté por apartar
los ejercicios de matemáticas y las oraciones de análisis de lengua y me
dediqué a imaginar cosas en mi cabeza mientras le daba una alegría a mi gato al
cual le acariciaba el lomo mientras este ronroneaba como muestra de agrado.
Le queda muy bien el nuevo diseño al blog,y este capítulo es un nudo perfecto muy cercano al momento de acción.
ResponderEliminarGran trabajo:3