Durante
todo el descanso me dediqué a recorrer los pasillos de Saint Century. La
escuela debió ser una catedral o algo por el estilo. Los techos eran de piedra
y tenían varios pisos. Las paredes eran de piedra y los adornos de las columnas
estaban muy trabajados. Inspeccioné los pasillos. Todos los balcones daban a un
patio interior en el que un césped, muy bien cuidado, y un fuente de piedra
adornaban el espacio. Bajé y subí pisos. El instituto era muy grande. En la
primera planta, donde estaban la mayoría de las clases de primero junto con el
gimnasio, encontré unas escaleras que bajaban. Al final de ellas se situaba una
puerta de madera vieja y descuidada. Empujé un poco y la puerta cedió. Dentro
estaba oscuro y hacía un poco de frío. La única
luz que bañaba la estancia era la de cuatro ventanas adornadas con unas
preciosas y coloridas vidrieras.
-
Vaya…-
dejé escapar un susurro de admiración-.
El
lugar estaba polvoriento. Al final del todo podía distinguirse lo que, en su
tiempo, pudo ser un altar, pero ahora todo estaba lleno de objetos y material
escolar. Pudo ser en algún momento la capilla del colegio, pero que ahora hacia
la función de almacén.
Conforme
iba andando, mis botas hacían ruido que retumbaba produciendo un eco sordo. De
pronto un escalofrío me recorrió la espalda. La puerta se cerró de golpe.
-
Esta
era la antigua capilla del instituto- una voz desde detrás de mí se acercaba
lentamente-.
Del
susto se me cayeron los libros al suelo haciendo un estruendo ensordecedor que
levantó una nube de polvo del suelo.
-
No
hagas ruido- la voz seguía hablando mientras yo permanecía inmóvil, pero me era
familiar-.
Me giré lentamente y vi al propietario de la voz,
recogiendo mis libros del suelo. Era Nataniel. Me quedé sorprendida y cuando reaccioné,
me agaché y recogí los libros que faltaban.
-
Um…gracias…
¿Qué haces aquí?- dije inquieta-.
-
Siempre
vengo aquí en los descansos, y tú?
-
Om…
estaba inspeccionando el instituto…- Ahora el chico parecía diferente. Más
cercano y amable. No tan frío como en la clase…-.
-
Y…
¿qué te parece nuestro ‘’pequeño’’ instituto?- Dijo sentándose de brazos
cruzados sobre uno de los muebles apilados en medio de la sala-.
-
Om…
Pues… es un edificio antiguo. Tiene cierto encanto siniestro, me gusta. Pero la
gente deja mucho que desear- le dije riendo-.
-
Tienes
toda la razón. A más de uno le vendría bien un buen escarmiento que le quite la
estupidez- me hizo un gesto con la mano para que me sentara a su lado- La gente
de aquí es idiota…-esbozó un gesto confuso y triste a la vez- ¿y qué piensas
del baile?¿ vas a ir con ‘’Mr. Popularidad’’?
-
JÁ.
Ni en broma. Ese chico me da nauseas. No soporto a la gente como él. A demás,
aun así, no creo que vaya. No tengo pareja..- me quedé seria y luego exclamé en
tono nervioso- Bueno, a ver… tampoco es que quiera… en fin…- me aclaré la voz- ¿y
tú? ¿irás?
-
No.
No iré. Nunca he ido a uno del instituto peso a que se celebra todos los años-
se levantó- No es que me lleve muy bien con la gente de aquí. Prefiero
mantenerme apartado y no mezclarme con los demás. Por eso siempre vengo aquí…
La
campana sonó y el ruido me sobresaltó. Me levanté y me sacudí para quitarme del
pantalón negro los restos de polvo.
-
De
veríamos volver ya- me dijo abriendo la puerta y haciéndome un gesto de
cortesía. Nos encaminamos a la clase.- Por cierto…¿ya estás mejor?
-
¿Eh?-
respondí estúpidamente-.
-
Te
mareaste en medio de la clase y me tomé la libertad de acercarte en coche a tu
casa…
-
Oh..¿fuiste
tú?, ¿cómo sabes dónde vivo?- me paré en seco-.
-
Bueno…
el día que llegaste aquí e vi merodeando por mi casa buscando a tu gato.
-
Entonces…
¿tú vives en la casa antigua?
-
Eso
parece- se rió suavemente- es una herencia que mis padres y yo acabamos de
aceptar hace relativamente poco tiempo. Pero ahora vivo con mi tío ya que mis
padres están en Rumanía arreglando el papeleo de la propiedad…
-
Así
que eras tú…Tu casa es muy…interesante…-me miró y comenzó a reír-.
Llegamos
a la clase y, como siempre, las miradas de todos nos escudriñaron de arriba abajo.
Nathaniel y yo nos sentamos en nuestros asientos, uno delante del otro. Desde
el otro lado de la clase podía sentir la mirada de Rían, con el ceño fruncido observando
a mi extraño acompañante que permanecía tranquilo, inmóvil, mirando por la
ventana….¿Por qué Rían odiaba tanto a Nathaniel?
Este capítulo sugiere mucho pero que mucho,deseando me hallo de ver que pasará al final entre los dos
ResponderEliminarEnhorabuena:)