Capitulo 2: Saint Century High School

(Pi-pi-pi-piiiiiiii…)

El sonido del despertador de Pesadilla Antes de Navidad vibraba en el centro de la mesita. Alargué el brazo con aire pesado y lo apagué. Me concedí unos minutos para reconocer el lugar. El día anterior nos habíamos mudado a esta ciudad y hoy tendría que comenzar las clases en el instituto Saint Century. Instituto  nuevo, gente nueva, profesores nuevos,… y nuevas miradas afiladas escaneándome de arriba abajo. No me había levantado todavía de la cama y ya estaba sufriendo de estrés pos mudanza. Me levanté con aire cansado y abrí las cortinas. Los rayos de luz iluminaron súbitamente la habitación cegándome. Torpemente me deslicé hacia el cuarto de baño. En el piso de abajo mi madre, sospecho que despierta desde hacía ya tiempo, estaba haciendo el desayuno.

-          ¡Son las siete y cuarto! ¡Vamooooss! ¡A despertarse todo el mundo!- gritaba mi madre desde las escaleras.

Su voz resonó en mi cabeza mientras me lavaba la cara. Al entrar a mi habitación eché una ojeada al panorama. Todavía había bastantes cajas por desembalar a la entrada de cada habitación. Abrí la puerta de mi armario, y saqué unos pantalones de pitillo negros y una camiseta de manga corta morada con el dibujo de un gato. Debajo de esta me puse una camiseta de manga larga ajustada negra. Rebusqué por las cajas hasta que en una de ellas encontré mis botas de combate. Me las puse y corrí a  mi escritorio para reunir: un estuche, un archivador con hojas de cuadros y una libreta de notas (por si acaso),  y lo metí corriendo en la mochila. Bajé corriendo las escaleras y fui a la cocina. Mi madre estaba de pie ordenando los platos y vasos en los armarios de la cocina.

-          Buenos días, mamá.- dije dejando la mochila sobre una de las sillas.

-          Hola Raven. ¿Preparada para tu nuevo instituto? - la miré un poco dudosa de si contestar a la pregunta o no. Tenía los nervios de punta y, de ninguna manera, estaba preparada para mi primer día en el instituto Saint Century. Pero no tenía opción.

-          Eso creo… - respondí mientras me acercaba el vaso de leche a la boca.

Mi madre se quedo mirándome mientras permanecía en la postura en la que se había quedado ( de puntillas con un brazo extendido para alcanzar la estantería más alta). Parecía una niña pequeña. Mi madre era una mujer cercana a los cuarenta con una personalidad infantil, pero seria, una mala combinación en mi opinión.

-          Vamos hija. No estés nerviosa. El primer día de clase siempre es un poco tenso, pero ya verás que el instituto Saint Century te gustará con el tiempo. Harás amigos y… - la corté en seco mientras dejaba el vaso de leche en la mesa.

-          No tengas eso tan seguro…- me levanté y cogí mi mochila.

 No me hacía falta darme la vuelta para imaginar la cara de mi madre. Una expresión de ternura y preocupación a la vez. Ella también esperaba que las cosas cambiasen con la mudanza.

Abrí la puerta con la copia de la llave que la noche anterior me había dado mi padre. Cogí un pequeño llavero con la cara de Jack Squeleton y me las guardé en el bolsillo del pantalón.

De camino al instituto fui memorizando el camino y el paisaje. El parque de la esquina de arboles altos y frondosos, las casas de los vecinos con su jardín correspondiente, las calles y cruces de carretera, cada semáforo… Adiviné que ya faltaba poco camino cuando me comencé a encontrar con estudiantes que  llevaban mi misma dirección.

Por fin llegué a la entrada. Era un edificio de cuatro plantas de ladrillos rojos enmohecidos por el paso del tiempo y el clima húmedo de la ciudad. La gran verja que daba la bienvenida a los estudiantes era de hierro negro de aproximadamente 3 o 4 metros de altura.  En la puerta del edificio ya comencé a notar algunas miradas inquietas clavadas en mi espalda como agujas, pero al recorre los pasillos hacia la oficina para hablar con el jefe de estudios, eso ya era molesto de más. Todos los que iban estudiando apartaban la vista de sus libros al verme pasar y los que iban andando se me quedaban mirando deliberada y descaradamente. Odio esta situación.

-          Como si no hubiese cosas más interesantes que ver…- pensé para mis adentros.

 Por fin conseguí llegar a la oficina del jefe de estudios. Llamé a la puerta con tres toques, u n hombre alto con traje me abrió la puerta. Advertí que quería  salir de la habitación por lo que le deje pasar. El hombre llevaba un traje de mayordomo con pajarita blanco y negro en perfecta armonía con su pelo gris y repeinado hacia atrás. Una apariencia impecable. Me le quedé mirando hasta que desapareció entre los estudiantes.

-Hola. Tú debes de ser la Señorita Collins. ¿Me equivoco?- un hombre bajito y de una edad cercana a la de mi padre se dirigía a mí mientras se sentaba en su cómoda silla acolchada de cuero negro.

- Sí, Señor. Soy Raven  Cillins. – dije acercándome a su mesa.

- Bueno Raven. Este es tu horario de clases. A primera hora tienes Inglés con la Señora Pipermín. Los libros te los irán entregando los profesores. A propósito, no sabes dónde están las clases ¿verdad?- Dijo levantándose mientras me entregaba un papel con el horario de clases.

- No Señor…- insegura me levanté de la silla y me dejé guiar por el jefe de estudios que me guiaba hacia la puerta.

- Bien, pues en ese caso, te acompañaré hasta la clase de Inglés.

Mientras andábamos por los pasillos llenos de taquillas, los últimos rezagados corrían a sus correspondientes clases. Aunque, mas bien, me pareció que huían del jefe de estudios. Atravesamos varios pasillos y en el tercer pasillo, más o menos, el jefe de estudios se paró frente a una puerta. Llamó y entró abriéndola con seguridad. Antes de que yo entrara me hizo un seña para que me quedase donde estaba. Al lado de la pizarra una mujer joven, de cabello rubio hablaba con el jefe de estudios por lo bajini. Me miró y noté como una sonrisa se dibujaba en la cara de la Señora Pipermín a la vez que mis mejillas, por alguna razón, enrojecían. Terminaron de hablar, y un sudor frío se apoderó de mi cuerpo. Estaba terriblemente nerviosa. El Señor jefe de estudios me hizo una señal para que entrara. Atravesé la puerta con aire torpe e inseguro. Me paré al lado de la S. Pipermín y miré al suelo.

-          Chicos. Esta es Raven Collins vuestra nueva compañera. Se acaba de mudar a la ciudad, por lo que no conoce el instituto. Os ruego que seáis buenos con ella. – la voz de la S. Pipermín era dulce y tranquila. Se me acercó y con su suave voz me habló en susurros.- Tranquila, si tienes algún asunto que te preocupe, puedes hablar con migo. Te ayudaré en lo que pueda. – me dedicó una sonrisa tierna y de nuevo se dirigió a toda la clase.- Bueno, Rave. ¿Por qué no nos hablas un poco de ti?

La S. Pipermín notó que no estaba por la labor, dado a las vergonzosas circunstancias, a si que decidió “ayudarme” un poco.

-          Vale…. ¿Cuántos años tienes? ¿Querrías decirnos la fecha de tu cumpleaños, por favor? -  la miré y luego eché un vistazo a la clase. Cogí aire e hice de tripas corazón.

-          Tengo 16 años, y mi cumpleaños es el 27 de febrero. Y…- miré a la profesora y esta me hizo una señal de aprobación con los pulgares hacia arriba para que siguiera. – y mis aficiones son: leer manga y ver anime, dibujar, en especial los dibujos de Victoria Frances, y leer historias de vampi… - me paré un segundo para meditar mis palabras. No creía conveniente decir enfrente de toda la clase que estoy loca por los vampiros, a si que reflexioné.-  de terror.

Me quedé callada, delante de 20 alumnos aproximadamente que me miraban fijamente con aire de temor, intriga, y, en algunos casos, desaprobación. Sabía que lo iba a tener difícil. La S. Pipermín se dio cuenta de que acababa de dar por terminado mi discurso. Le lancé  una mirada de auxilio que pareció coger enseguida.

-          Bien… gracias Raven. Puedes sentarte en aquel asiento de allí atrás. Es el único que queda libre.

No me hice de rogar, y en cuanto la profesora me indicó el asiento, bajé con paso acelerado del pequeño escenario de madera. A mi paso por entre las filas de alumnos, iba notando como me miraban descaradamente. No es nada agradable, pero empezaba a acostumbrarme. Dejé mis cosas a un lado del pupitre y saqué un cuaderno y el estuche. No miré la cara de nadie. No me hacía falta hacerlo para saber que seguían mirándome, pero alguien en especial me pareció… como decirlo… demasiado irritante. Giré la cabeza y vi que un chico rubio, de ojos verdes me miraba fijamente mientras se sostenía la cabeza con la mano y un codo apoyado en la mesa.

 Durante toda la hora no pude concentrarme. Sabía que aquel chico rubio continuaba mirándome. El timbre esperanzador sonó. Recogí rápidamente mis cosas y me dispuse a irme, pero algo me lo impidió. Alguien me estaba cogiendo del varazo y se negaba a soltar.

-          Hola. Me llamo Rían O’Gulin. Es un placer conocerte. – me quedé parada, mirándole intentando entender la situación, cuando un grupo de chicas se acercaron a ‘’Rían’’ aparecieron desafiantes. Me miraban con aire orgulloso y altivo, a si que decidí hacer lo mejor.

-          Raven. Encantada. – me zafé de la grande mano del chico, y con paso ligero abandoné el aula, no sin antes llegar a oír unas palabras que no me dejarían indiferente.

-          Mmmm… Que chica tan interesante. – oí decir a Rían con una voz muy calmada y misteriosa.