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sábado, 16 de junio de 2012

Capitulo 1: Ciudad nueva, casa nueva...

Nada más montarme en el coche me quedé dormida. En la radio sonaba una de esas canciones de las que nadie sabe el nombre pero que, sin embargo, todo el mundo canta sin razón. Me desperté cerca de la una del mediodía. Paramos en una gasolinera a mitad de camino de nuestro destino. Mi madre fue al baño y yo acompañé a Máx a la tienda de recuerdos.
Peluches, libros, películas censuradas, música de la era prehistórica … Nada del otro mundo. Máx se encaprichó de un muñeco con alas y cuerpo de león que había un una estantería. Fuimos a la cafetería adonde nos estaba esperando mi padre tomándose cuna coca-cola. Por supuesto, tras conducir durante cerca de 2 horas, mi padre no estaba de ánimos para hacer compras tontas a sí que con cara firme le ordenó a Máx que lo dejara en su sitio. De mala gana lo dejó donde lo había encontrado. Cerca de las 3 y media de la tarde salimos de la gasolinera para retomar la marcha. Me volvía a quedar dormida nada más arrancar el coche. El viaje se me hizo demasiado corto.
 La dulce voz de mi madre y los gritos eufóricos de mi  hermano, que estaba sentado a mi lado tras un muro de paquetes, me despertaron.  El sol ya se estaba poniendo, pero los altos edificios tapaban el ocaso. Las calles estaban llenas de gente y los coches iban y venía con prisa de un lado para otro. Recorrimos varias calles, perseguidos por el camión de mudanzas, hasta que por fin dimos con la que sería nuestra nueva casa. Estaba situada en un pequeño barrio de casas simétricas. La nuestra era la número 10 empezando por la esquina derecha que daba a un parque de grandes árboles frondosos.
Mi padre se detuvo ante la puerta de la casa. Tenía un pequeño jardín que la rodeaba. La casa, de color amarillento y de puerta blanca era exactamente del estilo que podría elegir mi padre.
Bajé del coche. Una fría brisa se levantó de pronto. Estamos a Marzo. Abrí el maletero y saqué mi bolso. En los asientos traseros Jack , mi gato negro que había venido dormido todo el camino al igual que yo, hacía notar su presencia. Abrí la puerta y lo saqué junto con su jaula y me puse a la altura de mi madre y mi padre que estaban parados ante la puerta de entrada blanca. Mi padre abrió la puerta, y un olor a madera barnizada me llego sutilmente. Entramos, y  mi madre encendió las luces. El recibidor y las paredes de las escaleras estaban pintadas de un muy claro amarillo. Lo primero que hice fue subir las escaleras para inspeccionar las habitaciones, y elegir la mía antes que Máx. Una de ellas en particular me llamó la atención, no por ser más grande, sino por tener un pequeño balcón que daba al lado derecho de la casa. No tenía grandes vistas, solo la casa del vecino y poco más, pero decidí quedarme con esa.
Hice bastantes viajes escaleras arriba y abajo para desempaquetar y subir las cajas que contenían todas mis cosas. Lo primero que desembalé fueron las cajas de mi ropa, la gran mayoría de ella de color negro. L a saqué con cuidado y las metí en el armario, bien dobladas, aunque sabía que el orden no iba a durar mucho. Desempaqueté unas cuantas cajas más antes de cenar. Mis libros, mis comics… sobre las estanterías. El portátil plateado, la lámpara y unos archivadores sobre el escritorio. Dejé colocadas las sábanas y la ropa de cama antes de bajar a cenar y me puse el pijama.
No cené gran cosa, cereales con miel y un tazón de leche, y me subí a la cama. Estaba nerviosa. Mañana tendría que empezar mi primer día en el colegio  Saint Century, cosa que no me apetecía para nada. Sabía que iba a destacar. No todos los días se ve, a mitad de semestre, a una nueva alumna gótica. Comenzaba a marearme nada más de pensar en todo lo que tendría que pasar al día siguiente. Jack, que vagaba de habitación en habitación, se me subió al regazo. Ronroneando movía su cola de un lado para otro mientras le acariciaba suavemente el lomo. Noté la pared que daba al lado izquierdo de mi cama demasiado bacía,  a si que salte de la cama dejando a Jack en el suelo y metí la mano en una de las cajas de cartón todavía por desembalar y saqué un largo rollo de papel. Lo desplegué y coloqué el poster de Vladimir Drácula versión anime, en el lugar junto a mi cama. Una vez colocado, me dejé caer hacia atrás sobre la almohada con un brazo sobre la frente. Vi al gato negro desaparecer en la oscuridad del piso de abajo, del que provenían las voces de mis padres. Pensé en la ciudad y en lo que sucedería a partir de ahora.
-          Quizás aquí encuentre a mi vampiro…
Suspiré y apagué la luz de la lámpara de lava de la mesita. Me tapé con las sábanas y cerré los ojos. Mañana sería un día muy largo…  

1 comentario:

  1. espero poder seguir leyendo... me gusto mucho ojalas haya mucho romance *w*
    Besos y saludos~~

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